Norma Pons: "Si hubiera tenido el sí más flojo, sería una reina"Dice que le gustaría tener más plata que la que tiene. Y no entiende por qué le falta un novio. Retrato de una mujer que, asegura, sabe hacerse ver. Y oír.
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Con la autoestima de su lado, plantea un escenario posible y ni siquiera, en el intento, se le cae el anillo que no lleva: "A mí me parás desnuda frente al público, con un anillo, y sé hacer que no me saquen la vista de la mano. Sí, dirán Qué figura tiene Norma Pons, pero enseguida volverán al anillo. Yo sé vender, sé coquetear, sé seducir, sé pisar las tablas. Es muy difícil que yo entre a escena y alguien no se fije en mí. Jamás voy a molestar a un compañero, pero sé mostrarme". Lo dice la mujer que acaba de entrar al bar, sin anillos pero con ropa, y supo hacerse ver. Una charla con ella no sabe de grises. Mucho menos de medias tintas. Así como en su virtual escena del desnudo es capaz de sugerir más de lo que muestra, en una nota, en cambio, sus líneas dicen más que sus entrelíneas. Su voz tanguera y su modo pasional son el marco ideal para esas frases que caen con contundencia sobre el grabador: "Si hubiera tenido el sí más flojo, sería una reina. Estoy tan aferrada a mis convicciones y a mi ética que sé decir que no. Y eso hace que hoy viva tan modestamente".
Protagonista de Cash -en el Maipo-, el título de la obra de José María Muscari la lleva a decir que "recién ahora me doy cuenta de que el cash te da identidad, te abre puertas. Yo no tengo cash, pero me gustaría tenerlo".
¿A cualquier precio?
No, pero te juro que a veces digo pucha, por qué no habré sido prostituta. Creo que jamás me voy a correr de mis carriles, pero cada tanto me quejo porque me gustaría tener más dinero. ¿Sabés para qué? Para dar.
Pero vivís dignamente, ¿o no?
Digamos que sobrevivo dignamente. Con todo lo que he laburado en esta vida, no puedo comprarme una cartera de Louis Vuitton y hay chicas de este medio que la tienen sin haber hecho la carrera que hice yo. Tiene un bolso de lona rojo, sencillo, suyo. Y en ese ir y venir, entre lo que tiene y lo que no, sostiene que "mi carrera no ha sido gloriosa, pero soy una triunfadora. No tengo la línea del éxito marcada en la mano, no me figura. Pero he luchado tanto, que aquí me tenés, después de mucho esfuerzo. A los que tienen esa línea en la palma todo les resulta fácil".
Sabe mantener encendida la mecha de la nota con frases picantes, con una autoestima a la que cada tanto le afloja el hilo, pero no lo suelta. Entre café y alfajores que el mozo le regala como agradecimiento por haberlo invitado al Maipo -la misma sala en la que debutó con Mimí, su hermana, hace 42 años, junto a Pepe Arias y Niní Marshall-, dice, en una suerte de juego de opuestos, que "a mí me faltó un lugar que me catapultara más alto" y luego desafía con que "puede que te guste o no mi estilo, pero no podrás decir que soy una paracaidista. Soy una artista de verdad".
Nacida en Rosario -"hace más de 60 años", ubica-, pero anotada en Córdoba, cuenta que "sabía que quería ser esto desde chica, Siempre me creí artista, pero nunca hice el ridículo, guarda. Me acuerdo que, cuando era una nena, a veces iba caminado por mi barrio y no saludaba... No lo hacía de maleducada. Capaz la madre le decía a la hija Mirá, Norma no saluda. Y la nena le explicaba Dejala, Norma va soñando. Mi cabeza siempre estaba llena de colores, porque seguramente venía de estudiar canto o danza o lo que fuera. Y los sábados actuaba en las obritas del Club de Intercambio Evaristo Carriego. También hacía radioteatro con Mimí".
Hasta que, cuando cumplió los 22 años, viajó con su hermana a Buenos Aires. "Fuimos a ver a (José) Marrone al 13 y cuando entramos se paró el canal. Imaginate, dos minas hermosas, altísimas, con polleras ajustadas, tacos altos... Eramos dos chicas Divito: de hecho, varias veces fuimos tapa de esa revista. Era un escándalo, una rubia y la otra morocha". La rubia que dice que "Mimí es la rubia en serio" no tiene reparos tampoco en confesar que "no sé hacer ni una sopa. Se me fue la vieja hace un año y medio y no sé ordenar un placard". Y esa paleta de claroscuros con los que eligió pintar su retrato encuentra enseguida los tonos para volver estridente su figura: "Todos los hombres deberían querer ser novios míos. No sé por qué estoy sola... No saben lo que se pierden".
¿Qué se pierden?
Soy una mujer que les puede dar lo máximo de felicidad. Doy muy buenos consejos, soy pata, buena compañera. Los puedo hacer llegar hasta donde tengan miedo de llegar.
¿Esa es tu meta?
Bueno, hacia allá vamos, pero agarrate. No creo que haya algo más lindo en esta vida que los hombres, pero jamás conviví con un tipo. Tal vez ahí esté la clave de tu soledad... Bueno, lo podríamos arreglar con habitaciones separadas.
Norma Pons, la mujer de los arrabales. La que acaba de entrar al bar y todos giraron.
Por: Silvina Lamazares en Clarín espectáculos 14-02-09
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